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El mayor robo de la historia

  • Foto del escritor: Pedro Dutour
    Pedro Dutour
  • 28 may 2020
  • 3 Min. de lectura

Diego Losada, fuera de sí, insultando a los árbitros tras la última final en el Palacio Peñarol. (Foto: El Telégrafo)


No me refiero al famoso asalto al tren de Glasgow, o al atraco al Centro de Diamantes de Amberes, o a la joyería Harry Winston de París, ni siquiera al robo del oro de Luis Eduardo Mailhos por parte de los tupamaros. Sino del mayor robo que existió jamás en la historia del deporte uruguayo: la copa que le birlaron a Paysandú BBC a favor de Defensor Sporting, en la quinta y definitiva final de la Liga Uruguaya de Básquetbol disputada en el Palacio Peñarol de Montevideo el 24 de junio de 2003.

Ya en esa primera edición de un certamen nacional, en el que se incluía equipos profesionales del interior, comenzaba la regresión hacia lo que volvió a ser, un torneo de barrio montevideano, aunque mantuviera el mismo nombre de Liga Nacional.

Aquella famosa y vergonzosa final volvió sobre el tapete esta semana con una entrevista que publicó el portal Básquet Total al exárbitro Juan García Marrone, parte de la dupla -junto al nefasto Félix Fares- de ese decisivo encuentro en el reducto aurinegro. En oposición a Fares, quien siempre se justificó por aquel escándalo, García Marrone hizo un sincero mea culpa tras romper el silencio 17 años más tarde.

Tiene frases contundentes que abonan, por supuesto, la tesis de un robo como nunca se vio en el básquetbol y en ningún otro deporte. “Fue un escándalo, donde hubo dos jugadas determinantes. El foul más grande de la historia del básquetbol uruguayo que no fue sancionado y el gol de (Daniel) Rivero pasada la hora. Después hicieron todo un circo mediático, una farsa con el reloj, pero ese gol no valió”.

En los últimos diez segundos del cotejo sucedieron las dos situaciones más bochornosas que marcaron la historia. Una falta enorme del violeta Gustavo Szczygielski sobre Claudio Charquero, en una ofensiva de Paysandú cuando ganaba por un punto; y el último doble de Rivero fuera de tiempo -el reloj marcó cero y el jugador aún tenía la pelota en las manos- para darle a Defensor Sporting el título. “Me voy a morir con ese sentimiento de vergüenza”, dijo García Marrone en la nota, para quien ese partido “marcó el final” de su carrera.

La sensación de rabia por aquella final perdura en los sanduceros, como herida abierta que no cierra, que aún supura (ni siquiera la final perdida contra Salto Uruguay, el año siguiente, dolió tanto).

Tuve la oportunidad de asistir a ese quinto juego contra Defensor: la hinchada sanducera copó más de medio Palacio Peñarol, una multitud que marcaba el fenómeno del equipo durante todo el campeonato, un pueblo volcado con un plantel que comandaban el técnico Pablo López y los experimentados Marcel Bouzout y Diego Losada.

Con un aliento permanente y un fervor no propio del sanducero típico y medio, la afición llevó en volandas a Paysandú BBC que en un momento sacó 20 puntos de ventaja a su rival. Como buen equipo que era -porque hay que decirlo, nocierto-, Defensor comenzó a remontar. Pero claro, por las dudas, las ayuditas se iniciaron temprano: faltas inexistentes o no cobradas, al punto de que el vehemente jugador violeta Luis “Bicho” Silveira hizo lo que quiso, incluso con cuatro fouls encima. Y ya al final lo contado más arriba: en un encuentro que se tornó tanto a tanto, a Paysandú lo terminan cocinando con esa casi agresión a Charquero (la vi toda desde el lugar en que me encontraba) y ese doble que no debió validarse.

Entre la hinchada de Paysandú hubo quienes celebraron, entre los que me incluyo, porque era evidente que el tipo había lanzado al aro sin tiempo. Pero no. Y para peor, para más rabia, hubo que soportar a Diego Castrillón subirse a la mesa de control y sobrar los sanduceros, a sus coterráneos, con los brazos extendidos. La decepción no pudo ser mayor, lacerante. No sé si algún sanducero pudo dormir aquella noche. Yo no.


1 Comment


jfdutourp
May 29, 2020

Vergonzoso desenlace del match. Como no recordar ese tiro pasada la hora y al traidor de Castrillón. Por suerte me encontraba de viaje y no lo vi. Como bien lo dijiste empezó ahi mismo la debacle del Campeonato Nacional propiamente dicho, justamente en el mismo año de su inauguración, devenido en el actual campeonato de barrio montevideano.

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