La razón por sobre la dureza
- Pedro Dutour
- 25 mar 2022
- 5 Min. de lectura

La idea, el método, aparenta simple: con psicología y tacto, se comprende y se genera un vínculo de amistad. La doma racional, justamente, apunta a domesticar caballos sin fuerza, sin violencia, a valorizar la razón como arma de entendimiento. Pero no resulta tan sencillo en la práctica; hay que tener experiencia, saber de lo que va y amar a los equinos.
Sobre todo, esto último. Algo que bien sabe Marcelo González Cerrudo, de 50 años, sanducero y referente de la doma racional a nivel nacional y también internacional. Una especialidad que surgió en él, como relata, por “ser un apasionado del caballo”. Desde su más tierna infancia en la zona de Piedras Coloradas, donde vivía.
“Fui criado en una estancia grande, donde se hacían todas las tareas a la más antigua usanza y una de ellas era la doma tradicional. Se agarraba el potro, se lo enlazaba, se lo galopeaba, como se hace de la manera tradicional. Como todo chiquilín que nace en el campo el primer juguete es el caballo, y vas a la escuela a caballo, corres carreras, todo a caballo”, relata.
Luego, poco a poco, en el afán por convertirse en “jinete de ruedo” comenzó a montar un capón, más tarde un ternero, después un potrillo. Se sumó a jineteadas y durante seis años completó “buenas performances”, mientras “mechaba” las tareas del campo y la doma, por entonces a través del modo tradicional. “Que es sometimiento, rigor y agresividad total, porque es doblegar al caballo de esa manera”, explica Marcelo.
En cambio, la forma racional es comprensión y educación. “La palabra lo dice. Cuando usás el raciocino llegás al entendimiento”, asevera. Lo que hizo pasarse de un método a otro, resultó ser un accidente en una jineteada. “Me fracturé el fémur y eso fue como un antes y un después”, confiesa. Y desde entonces, hace más de 29 años, se abanderó con la doma racional.

Marcelo cuenta que en aquel “lapso de recuperación”, un amigo que había hecho un curso de este tipo de doma en Estados Unidos, le habló de qué iba el sistema. “Me dije, ‘esto hay que probarlo’. Ahí empecé solo, siendo autodidacta. Tomé el sistema estadounidense y lo fui adoptando a mi manera, y a la realidad más de acá, más uruguaya y sudamericana”, dice.
Marcelo también es equinoterapeuta y llegó a abrir el primer centro de equinoterapia de Uruguay. Pero, en este caso, no hay tiempo para dedicarse a las dos actividades con la dedicación que merecen. “En 2005 surgió la posibilidad de hacer un curso, me fui a Montevideo y abrí un centro en Paysandú, que anduvo muy bien. Pero esta otra actividad (la doma racional) me absorbió y eso (la equinoterapia) es algo para tomarse muy en serio”, asegura.
“Esto ha generado tantas cosas”, retoma Marcelo respecto a la doma. “A través del caballo podés dejar enseñanzas para el ser humano”, continúa. A través de este método, el que ha ido “puliendo año a año”, es que se abocó también a brindar cursos desde hace ya un cuarto de siglo.
“Llevo 250 cursos dictados de forma presencial (y unos 700 virtuales), a más de 2.600 personas. El caballo me ha dado una gran cantidad de oportunidades; es el vehículo que te lleva a tantos lados. Te transporta en todo sentido. A mí me ha dado la oportunidad de viajar a Italia y Suiza, a conocer otros lugares”, afirma con orgullo y satisfacción. Y, atención: la doma en Uruguay ya está entre el 50% y 60% adaptada a la forma racional. “Gracias a Dios”.
Cómo piensa
El proceso de la doma racional arranca como el tradicional, con el “potro crudo”. Pero hasta ahí llegan las semejanzas. “Lo primero que tenés que saber es la psicología, cómo piensa el animal. Y tener en cuenta que para él nosotros somos depredadores”, especifica Marcelo.
El caballo tratará de huir, porque tiene la capacidad física para hacerlo y se siente rodeado por el hombre, el depredador a sus ojos. “Cuando entra al picadero y se ve acorralado, por así decirlo, reacciona. Lo que tengo que darle a entender es que no lo voy a atacar, que no soy enemigo para él. Y eso comienza con un proceso de trabajar en el picadero, circular, que vaya viendo que no hay peligro. Hay un lenguaje corporal que se va transmitiendo todo el tiempo”.
Al principio, el domador lleva las riendas desde abajo, “pie a tierra”, hasta que llega un momento que se le coloca el bozal al animal luego de enlazarlo, pero sin ahorcar ni asfixiar, como suele suceder en la doma tradicional.

“Se basa mucho en la confianza. La primera clave es tener en cuenta la relación depredador-presa; en segundo lugar, te vas ganando la confianza para que no sienta la amenaza. Y por eso se parece a una relación entre personas. Hay un factor de confianza, que te vas ganando, mediante tus actitudes, tu presencia, la manera de hablar. Ponete en el lugar del caballo en el momento que está. Debe haber respeto, diálogo, comunicación. Todos esos aspectos se van formando a través de una técnica. Para usarla de forma racional, con sentido común”, se explaya Marcelo.
El tiempo para que el caballo quede racionalmente domado va a depender de cada equino. “El caballo no puede estar en mis tiempos, yo tengo que estar en sus tiempos”, según el domador. De cualquier modo, asegura que se demora entre cuatro a cinco meses.
Marcelo compara esta etapa en la vida del animal como la educación primaria; y la secundaria, vendría a ser el trabajo para el que estará enfocado; y la facultad, el entrenamiento para alguna disciplina ecuestre determinada. Es que en los últimos “diez años” ha habido un “resurgimiento tremendo del caballo para distintas actividades”. Y, para todo, nunca se deja de conocer y absorber conocimiento, y la doma racional es ejemplo perfecto de ello.
Así concluye, Marcelo: “Todo el tiempo estás aprendiendo”. También de estar agradecido. “Busco transmitir que el caballo y las personas se relacionen de una manera adecuada. Más allá de ser domador e instructor de doma. Ser ese vehículo. Por suerte la vida me va dando esta oportunidad”.
Nivel europeo
Marcelo González Cerrudo ha establecido un vínculo con Europa, en especial con Italia y Suiza, países con los que ha comercializado caballos criollos desde 2019. Además, es delegado de la Asociación Italiana de Criadores de Caballos Sudamericanos, y entre mayo y junio de 2021 departió cursos sobre doma racional en esos dos países europeos.
“Los de la cabaña Bernina de Suiza me contactaron para que pudiera orientarlos en la compra de un padrillo; ya habían comprado una yegua. Vinieron e hicimos relevamiento de las cabañas en Uruguay. Ellos son miembros de la Asociación Italiana de Criadores de Caballos Sudamericanos. Esta asociación ha hecho allá cosas muy importantes por toda nuestra cultura. Incluso, sus representantes han venido a la Patria Gaucha”, comenta Marcelo.
Por intermedio de ellos, fue consultado en 2019 para brindar un curso, a lo que aceptó. Luego, quedaron “con interés para que pudiera ir nuevamente a domar caballos conjuntamente con sus propietarios”. “Se iba a hacer en 2020 pero por la pandemia pude viajar en 2021. La verdad que fue un éxito total. Estuve en Parma, Bérgamo, luego fui a Suiza, a estar una semana allá, y luego a Turín”, detalla.
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