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Cuarentena con seis niños

  • Foto del escritor: Pedro Dutour
    Pedro Dutour
  • 20 abr 2020
  • 4 Min. de lectura

Tratando de posar para la foto familiar en el pasado cumple de Pachi.


Lejos de lamentarse, mi cuñada María (38) dice que este es un tiempo para “atesorar”, en medio de esta cuarentena por la actual emergencia sanitaria y en vista de su numerosa prole. Con mi hermano Joaquín (40) tienen seis hijos, todos chicos, y muy vivaces y activos: Pilar (9), Paz (8), Dolores (6), Felipe (4), Tomás (2) y Juan Pedro (7 meses). Poca cosa, ¿no?

Entendiendo que ella es más locuaz que él -con todo respeto-, pedí a la señora de la casa que me contara cómo era esto de pasar encerrados con los niños, sin clases, sin actividades sociales, sin deportes, mientras ellos dos trabajan desde el hogar (además de atender los quehaceres del hogar). Me mandó 15 audios.

La conclusión resulta más que positiva, pese al esfuerzo que conlleva, y que no pretenden ocultar, esta realidad. “Es un tiempo para atesorar, que nos obliga a estar juntos, y en el que podemos pasarla muy bien”, señala la cuñada sin dudarlo.

“En este tiempo, Juan Pedro (por si interesa saber, es mi ahijado) comenzó a comer, vemos sus avances y estamos todos pendientes de él; observamos las macacadas de Tommy que empezó a hablar más, de los juegos de Loli y Felipe, de las cosas que inventan, las creatividades de Pachi que hace muchas manualidades, de Pilar que es muy líder y organiza juegos para los hermanos. Aburridos, nunca”, enfatiza María.

Ante la “nula actividad social”, tampoco tienen que andar a las corridas para llevarlos al colegio, a los cumpleaños, a reuniones con amigos, a eventos deportivos, a visitar parientes (cabe consignar que extrañan mucho a los abuelos). Por lo tanto, hay cierto descanso en ese sentido, aunque todo se concentra en una casa beneficiada, eso sí, por un amplio fondo.

Más juegos con los niños -inventaron la mancha coronavirus-, algo que no siempre sucede debido al normal trajín diario; más tiempo para cocinar y probar nuevas recetas; desayunos, almuerzos, meriendas, cenas y sobremesas más prolongados; charlas para conocer mejor a los pequeños.

“Para saber cómo corregir, para pedir perdón, porque perdemos la paciencia y la volvemos a encontrar; es un tiempo también para buscar la manera de estar a solas con Joaquín, sin niños, lo que representa todo un desafío, al igual que trabajar. Él trabaja desde casa ahora, yo lo hago desde siempre, entonces él ha comprendido un poco más lo difícil que es”.

“Joaquín se compró una tranca para el cuarto donde trabaja y nos matamos de risa con eso”, continúa María, quien también dice que han pasado por todos los “estados de ánimo”, como el enojo, el caos, la alegría, la paciencia, la tranquilidad y la calma. Para ello han tenido que “sacar un poco de ruido”, y en el caso de mi cuña, se salió de 14 grupos de WhatsApp (doy fe de ello porque se las tomó del grupo familiar).

“Me generaban ruido y no podía pensar y focalizar en lo que me toca en este momento, que es ser madre de familia numerosa; es como que este tiempo te enfrenta a tu realidad. A veces me pregunto qué hice, por qué tuve seis hijos, pero luego me digo qué bueno, tendría seis hijos más. Pasás por esa ambigüedad como madre y esposa”.

Un amplio fondo favorece la dispersión de mis activos sobrinos (foto tomada en marzo).


Con las tareas que mandan del colegio -con las que padres de todo el país han tenido que lidiar por su abundancia-, esta familia ha optado por apelar al “sentido común” y hacer “lo que se pueda”, atendiendo a que esta casa “no es un ciber” y que nos encontramos en un momento “más que especial” para todos.

“Nos centramos en eso, en qué queremos para nuestros hijos como personas más que en lo académico. Las plataformas son una ayuda, pero en nuestro caso no se ajustan a nuestra dinámica familiar que es muy dinámica”, explica María.

Como familia cristiana, dice que siguen las misas online y que vivieron una Semana Santa “muy santa”; a su vez, tratan de restringir la exposición de los niños a las pantallas. Miran algo de mañana y de tarde un rato. Una película o tres o cuatro episodios cuando se trata de series. “Las pantallas son realmente adictivas y para ellos es más constructivo hacer otras cosas, como jugar en la arena, con el pasto, con las bellotas (el patio luce un hermoso roble), haciendo casitas”.

¿Y qué pasa con el orden del hogar? No se hacen mala sangre. “Hemos ganado en paciencia y flexibilidad”, dice María. “No podemos pretender que la casa esté siempre limpia y ordenada. Un orden básico sí, lo demás hacer la vista gorda. Lo mismo en las peleas: que ellos resuelvan y que aprendan a manejarse. Que cada uno se haga cargo de sus enchastros, el que sea”. Todos cuentan con algún “encargo simple”, como tender la mesa, poner los platos en el lavavajillas, ayudar al hermano a vestirse, tender la cama o acomodar la ropa.

Con esa libertad de espíritu, ¡que la cuarentena dure lo que tenga que durar! “Dan ganas de perpetuar, de prolongar cosas que hemos vivido ahora, para el resto de nuestros días cuando pase todo esto”.

Más ordenados y bien prolijos, el día del bautismo de Juan Pedro en noviembre pasado.


4 Comments


alfonsolodeirohijo
May 19, 2020

Excelente cónica y felicitaciones a Joaquin por esa hermosa familia!

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guillermoscorza
Apr 23, 2020

Muy bueno Pepo, qué pluma! Felicitaciones Joaquín y María!

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gabitodade6
Apr 20, 2020

Que grande María!!! Esa si q se ganó el nombre!!! Una familia increíble en los tiempos de hoy, mucha suerte, amor y mucha pero mucha paciencia!!!

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jmintha82
Apr 20, 2020

Que bien esa familia! Me guardo algunos tips

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